Carta presentada a Concurso Cartas de Amor "Asociación de Mujeres Sta. Bárbara" no premiada.
Buenas noches Princesa,
Dice
el médico que quedan menos de doce horas para que nazcas. ¡Y son las once de la
noche! A tu mamá y a mí nos espera una noche muy larga… bueno, a decir verdad,
a ella más. Ahora sonríe cuanto puede desde la cama mientras escribo, en el
ordenador, junto a ella esta carta.
Me
gustaría decirte que hace una noche estupenda: llena de estrellas y con brisas
marinas moviendo árboles ahí afuera. Pero Dios ha decidido bendecirnos con tu
presencia en pleno invierno, un diciembre helado y gris que tú, con tu sola y
pequeñita presencia, te has empeñado en convertir en primavera: la más florida,
llena de colores y fragancias, y clara y tibia que jamás he vivido… y algo me
dice que no volveré a vivir.
Acaba
de entrar la matrona, quien nos asistirá en el parto, y será la primera persona
que veas. En una pantallita negra con numeritos aparece la frecuencia de tu
rápido y tierno corazón… va a una velocidad trepidante. Nos dice que estás
bien, que no hay por qué preocuparse, que si todo sigue así será natural y sin
complicaciones… sonrío cuando pienso en esa frecuencia, en la de tu corazón del
tamaño de una nuez o un poco más, bombeando sangre sin parar… es maravilloso
pensar cómo se crea la vida, una vida que ahora se me aparece de dos formas
totalmente contrapuestas: frágil como tú, y fuerte como tu mamá. Y es que la
vida, y esto lo aprenderás conforme el tiempo vaya dibujando nuevos surcos en
tu piel, es un crisol de contrastes.
También,
por ello, desearía decirte que sólo vas a encontrar amor y felicidad en la
vida. Pero temo ser demasiado sincero al informarte de que no siempre será así.
No obstante, te prometo y lo hago con el corazón mío cogido en el puño, que
trataré de que sólo conmigo y de mi parte conozcas el lado dulce y rosa que también,
gracias al Cielo, tiene la vida.
Tú
mamá, tan valiente como siempre, trata de que yo no note que tiene momentos de
dolor… pero cuando viene una de esas contracciones, frunce el entrecejo y
aprieta los labios. Le doy la mano para que me sienta, para que sepa que sigo
aquí aunque esté “hablando” contigo; y ella la aprieta con fuerza en esos
momentos, transmitiéndome aquello que ella siente y yo quisiera. Pero no te
preocupes por mami: dentro de un rato, vendrá un señor que le pondrá una cosa
que se llama “epidural”, y ya no sentirá ni un dolorcillo ni nada…
Te
he imaginado cien mil millones de veces: rubia como papi, morena como mami;
ojos verdes como papi, marrones como mami; blanca como los dos; rechoncha como
todos los bebés; pelona, con pelo… con esos deditos ínfimos y níveos como un
amanecer invernal… pero sólo quiero decirte para acabar que, seas como fueres,
te voy a amar con locura hasta el último de mis días; que por otro lado deseo
que sean muchos para ver de tu vida tanto como a mis envejecidos ojos les sea
posible.
Mamá y papá anhelan
verte,
Gracias por venir
Princesa.
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