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29 de octubre de 2013

Poesía: Cántiga

Amanecer mediterráneo (elfoton.es)



Temor y temblor.
Hay barreras que han de superarse... no hay otro modo de evolucionar.
Sólo una mota de polvo... un segundo en la vida de una estrella.
Pero soldado, soy un guerrero pertinaz.

Hace mucho tiempo que dejé de dirigir ejércitos,
que conté los números y escribí las letras...
mas jamás hice cosa tan grande
como la que me llama a las puertas.

No siento mi pecho calcinado,
ni tengo por qué sentirme nervioso... o agitado,
soy muy consciente del peligro
que me pondrá siempre en frente el Enemigo;
pero sé que no hay otra cosa que desee con más ahínco, esperanza,
y los ojos empañados cual niño,
que mis manos sean Suyas a partir de ahora.

Él me acompaña en el silencio desnudo
y llena mis noches, de locura infinita, con su calma.

Él es mi escudo y mi espada
cuando me veo sin quererlo en mitad del fragor de la batalla.

Alabanzas.
Esperad sólo un poco más...
esto es sólo el Alfa,
cercenaré en Armagedón cabezas de faunos por doquier, batiré allí con humilde serenidad mis anheladas alas blancas.

Y el silencio roto por un cuerno lejano, gaitas y un arpa. 
Permitiré al sol cálido y ufano que entorne mis ojos.
No habrá mancha en mi metal.

Va a ser duro, pequeña...
pero no cejaré, esquivando hasta el límite la vanidad, hasta conseguirlo.

Estaba escrito, pequeña...
iremos a gozar, juntos tú, yo y el mar,
a las bodas del Cordero.

Gracias mi Señor, Gracias infinitas...
por el respirar, la sabiduría, el silencio y el sosiego.

Miguel Díaz Romero (c) 2013.
Caudete, 29 de Octubre.

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