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17 de octubre de 2012

Poesía: Octubre, este Octubre.

Su respiración a mi lado me despierta. Sus manos son pequeñas, apenas podría agarrar con fuerza una pelota de ping-pong. Atrás quedan las huellas de los duendes malditos... ¿recuerdas los litros de euforia filosófica que nos bebimos en los años del turbión? Ahora son tranquilas las aguas de esa sed... que quema desde adentro cuando sobreviene la furia. Una furia desestimada por el respirar de quien a mi lado duerme. Si no tengo turno de noche, como hoy. Siempre fui de aquellos quienes piensan que el pasado es mejor dejarlo donde está, y que uno de los días más felices de mi vida fue cuando la encontré. Ella no lo sabía: pero estaba sola. Y me rescató de la garganta anudada cuando quisimos ser estudiantes. Me salvó de la vena rota y el silencio putrefacto. De dedos amarillos y una literatura laxa e inútil. Me trajo al mundo; y de su mano los dos hemos escuchado unas cien veces la voz de Dios. Y ahora vas y publicas un poemario... y yo dentro de poco una tragedia. ¿Hablaron de esto alguna vez, a escondidas, nuestras musas cuando vivían en el Olimpo negado a un Prometeo sin cabeza? Quizá fue que la estación del Empalme siempre quedó muy lejos de la cafetería de la facultad. Y que mi espíritu mora, errante como la sombra de Caín, en una de las sillas quietas de El Cafenet. Nit d'estiu a La Ribera. Historias de Fabularia. Tengo canas en las uñas, y una dureza imprecisa en el corazón fraguada a roces cariñosos de metacrilato relleno de azul. Son mariposas con hipo. Un segundo en la boca de ese túnel que juntos, a unos ciento veinte kilómetros de distancia, excavamos con cucharas de papel. ¿Creías que iba a abandonar la poesía para siempre? El latir de mi amada siempre supo que iba a volver. Eterns, germá, som eterns. Como el amor de Andrea... como la sonrisa de Zara... como el rodar inquieto de Santiago sobre la cama. Y tus versos, y mis crónicas. El gaurdían entre el centeno habla con el violinista sobre el tejado muchas veces. Esas cosas pasan, aunque el mundo no se lo crea. Este Octubre me he dado cuenta de los treinta que llevo a cuestas. Y han valido la pena. Me he convertido en mí mismo tantas veces que perdí la cuenta en la última cerveza. Y tengo la dudosa certeza de que la realidad sucede... poco más. Sé que nosotros nos entienden. Y sólo quería saber si esta paranoia es el fuego prometeico que lanza arcos ojivales al horizonte de plata. O un sueño. El instinto quema. Son palabras. Silencio: It's a heavy stone. All I wanted was a piece of the night, y la tengo: pesa ya casi nueve kilos y tiene los ojos del azul del metal que escuché con los amigos. Soy un mentiroso que siempre dice la verdad. Ahora estoy sonriendo, y este instante soy más feliz que el pasado, pero menos que el siguiente. Lo tengo. Prometí a Andrea que no quería más morir por ella sino vivir a su lado, y lo reitero. Me prometí este Octubre, y lo estoy viviendo.
Los poetas, hermano, no han muerto.
Míralos: sonriendo con ironía y vejez juvenil en el espejo.
Valencia es una de esas muñequitas qeu bailan circularmente en un joyero musical, con tutú rosa y las manos hacia arriba, desgastadas por el tiempo que tú y yo consumimos.
Welcome to the jungle, a la que hemos sobrevivido.
Gracias por este Octubre... sólo quedan cien más para cerrar definitivamente los ojos.

Dedicado a Carlos Alós Moyá, posiblemente el mejor poeta en catalán de todos los tiempos... y a Andrea Velásquez Puerta, posiblemente la única persona capaz de convertirme en quien realmente soy.


2 comentarios:

  1. Creo que es el mejor poema que has escrito nunca, Miguel. Muchas grácias!

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  2. Gracias a ti... me estoy pensando seriamente volver a escribir poesía de forma más frecuente... ja vorem! Quién nos vio y quién nos ve, no?

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